Por Iván Guevara
Cubierta: Salvador Fabá
Colección: La Conquista del Espacio
Número: 275
Editorial: Bruguera - Año: 1975
Páginas: 96 - PVP original: 18 ptas.
Valoración:*****
Sinopsis: Ubicamos la historia en un futuro postapocalíptico, resultado de una guerra nuclear crípticamente descripta en las primeras veintitrés palabras de la novela. El mundo está organizado en sombríos feudos. Una civilización de castillos y chozas medievales donde ya pocos recuerdan los progresos sociales y tecnológicos que se habían conseguido antes de la destrucción del hombre por el hombre.
Sólo unos cuantos individuos, los Guardianes de la Ciencia, conservan algo de los antiguos conocimientos que podrían iluminar nuevamente a esa humanidad tribal y pagana. Montados en sus unicornios y disfrazados de peregrinos, emprenden su procesión a la Ciudad Sagrada de Ulania —La Ciudad de los Dioses—, donde se encuentra la Piedra Negra de Plutón, suerte de Piedra Filosofal que servirá para divulgar los secretos de la ya perdida ciencia y el saber de los humanos. Esta cruzada de los Guardianes de la Ciencia se conoce con el nombre de Proyecto Adán —Garland hace hincapié (tal vez por mantener el status quo de su época) en que el conocimiento primordial del Hombre es inseparable de una creencia mitológica monoteísta—.
Kullman, que así se llama el sensei de los Guardianes de la Ciencia, contacta a Zorak, un guerrero que no entiende sino de armas y combates, y lo convence de llegar a la Ciudad Sagrada de Ulania para apropiarse de la Piedra Negra.
Lo que he resumido hasta ahora —con su puesta en escena y todo— son las primeras treinta páginas de la novela. A partir de aquí, Zorak — el verdadero protagonista—, deberá enfrentarse a territorios inexplorados, bestias mutantes, muertos vivientes, vampiros salvajes, traiciones de mujer y a los esbirros de un duque que de noble no tiene nada.
Comentario: Quizá, Todas las noches del mundo, no sea una de las novelitas más recordables del gran Curtis Garland. No obstante, le tengo un especial afecto, no por su argumento sino por su estructura. Este solo mérito, la convierte en una de sus mejores obras.
El libro combina, sin hacer ruido, la fantasía épica, la ciencia ficción y el terror. El estilo de la prosa es superior al de otros bolsilibros (excediendo, incluso, la calidad media del propio autor, que ya era de alto nivel). Pero, además, Todas las noches del mundo, es una novela episódica, que evoca la mejor tradición de los pulp folletinescos de la primera mitad del siglo XX. Cada uno de sus ocho capítulos cierra a la perfección. Incluso, creo que más de uno podría leerse por separado, como una entretenida aventura corta.
Todas las noches del mundo, además de estar bien escrita, es una novela visual. Mientras la leía por primera vez, imaginaba las posibilidades que hubiera tenido de haberse escrito en otro país y en la época de los seriales... Aún en nuestros tiempos, podría dar lugar a un gran guion cinematográfico, si algún productor supiese leerla.
Nota: Todas las noches del mundo fue reeditada en el número 32 de la colección La Conquista del Espacio de Ediciones B (año 1992, PVP: 110 ptas.), con otra ilustración de cubierta de Salvador Fabá que no tiene nada que ver con el contenido de la novela.
Parece basado en la época de caos tras la caída del imperio romano, en la que el mundo estaba regido por bandidos y señores feudales, y el conocimiento era guardado por la jerarquía eclesiástica. Me gusta la mezcla de la fantasía épica con la ciencia-ficción. Saludos.
ResponderEliminarEs verdad, sólo que aquí es al revés, los "guardianes del conocimiento" son los cristianos.
Eliminar