Hacia una breve tipología robótica


Tal como quedó declarado con anterioridad —pese a lo que el común de la gente puede llegar a creer— no todos los robots son iguales, ya que dentro del imaginativo mundo de la ciencia ficción estas entidades son descritas de muy diversas formas, dependiendo de la creatividad de los escritores, la necesidad de verosimilitud o la propia ficción en la historia narrada. De este modo, los robots se nos aparecen de múltiples formas —desde las más sencillas hasta las más complejas—. A continuación, proponemos una clasificación de los distintos tipos de robots, ejemplificando con algún referente literario o audiovisual cada subclase.


1- EL ROBOT MÁQUINA

Constituye la especie más simple y primitiva dentro de lo que es un robot. En realidad no es propiamente un robot, si consideramos la definición que hemos dado, la cual estipula que un robot es todo ser creado por la ciencia y la tecnología —no importa de dónde provenga—, que posee conciencia propia. Por lo tanto, estas máquinas robotizadas no son más que mecanismos computarizados que se ocupan para algunos trabajos tediosos y pesadas labores. Son los mismos robots con los que contamos hoy y que fácilmente encontramos en las industrias donde se construyen electrodomésticos, automóviles, etc. Además no son máquinas de apariencia antropomórfica, pues su aspecto estético no importa demasiado, sólo basta con que sirvan y nada más; claro que, por lo general, su apariencia puede simular un brazo, ya que —en su mayoría— son máquinas constructoras.

En la ciencia ficción los robots no tienen por qué funcionar necesariamente igual que en la realidad (petróleo, fusión nuclear, entre otros tipos de energía) o estar construidos sobre la base de los elementos que tenemos a mano hoy en día. Así, muy bien nos podemos encontrar en algún relato, novela, película, cómic u otro medio de expresión, con hombres mecánicos que funcionen basándose en el vapor (serie de animación japonesa Sakura Wars), en vez de la electricidad. También podrían estar hechos de madera o de metal líquido, como el androide Metamorfo de Terminator 2... Y es que en la ciencia-ficción todo es posible. Un ejemplo de robot máquina en el clásico cuento de Ray Bradbury Vendrán lluvias suaves, contenido en sus Crónicas Marcianas:

«Afuera, el garaje tocó unas campanillas, levantó la puerta, y descubrió un automóvil con el motor en marcha. Luego la puerta descendió otra vez.
A las ocho y media los huevos estaban resecos y las tostadas duras como piedras. Un brazo de aluminio los arrojó al vertedero, y un remolino de agua caliente los metió en una garganta de metal que los digirió y los llevó al océano distante. Los platos sucios cayeron en una máquina de lavar y emergieron relucientes y secos.
Las nueve y cuarto, cantó el reloj, la hora de la limpieza.
De las guaridas de los muros, salieron velozmente los ratones mecánicos. Las habitaciones se poblaron de animalitos de goma y de metal que tropezaron con las sillas moviendo en círculos los abigotados patines, frotando las alfombras y aspirando suavemente el polvo oculto. Luego, como invasores misteriosos, se escondieron en sus cuevas. Los rosados ojos eléctricos se apagaron. La casa estaba limpia».


2- EL MECHA

Su nombre es una abreviatura de la palabra inglesa mechanical, que significa «mecánico» y fue acuñado por los autores japoneses de cómics y animaciones para referirse a una especie de súper armadura computarizada y de gran tamaño. Es utilizada o tripulada por una persona —o más—, que la maneja con diversos objetivos (bélicos o constructivos, entre otros). Puede tener inteligencia propia —ser consciente o semiconsciente—, así como ser sólo una máquina de avanzada tecnología.

Existe una serie de novelas ambientadas en un mundo donde diferentes señores de la guerra combaten ente sí, usando este tipo de robots: es el llamado universo de Battletech, que tiene a varios autores escribiendo sobre sus aventuras. A su vez esta saga está originada a partir de un juego de rol —especie de tablero en el que cada jugador cumple un papel determinado, usando cartas y ateniéndose a las reglas específicas de la ficción en que se encuentra—. Este universo también inspiró a una serie de dibujos animados.

Un caso especial referido al fascinante mundo de los mechas es lo que sucede el anime y los manga —animación y cómics japoneses, respectivamente—, donde hay un sinnúmero de series protagonizadas por estos particulares robots. Famoso es —para nosotros— el caso de Mazinger Z cuyo autor, Go Nagai, dio vida a otros famosos mechas y a una extensa saga dedicada al propio Mazinger. También es muy popular el concepto de Gundam, con el cual podemos contar más de dos docenas de series y películas. Últimamente, tienen bastante fama las series de Evangelion y Escaflowne; ambas llenas de simbolismos religiosos, medievales y míticos.


3- EL CÍBORG

Un cíborg no cae exactamente dentro del concepto de robot; sin embargo sí se puede considerar como una mezcla —un «mestizo»— entre hombre y máquina. La palabra en sí, es una contracción de las voces inglesas cybernetic organism y fue acuñada por Manfred Clynes y Nathan S. Kline en el artículo Cyborgs and Space, aparecido en el número de septiembre de 1960 de la revista Astronautics.

En pocas palabras, es un individuo orgánico al que se le han injertado elementos mecánicos, pero no al modo ortopédico, sino para mejorar su calidad de vida. También podríamos decir que un cíborg es un ser humano robotizado, que no ha perdido su humanidad, aunque sí ha incorporado en su vida (y, precisamente, en su organismo) la robótica y lo electrónico, ya sea en un sentido estético o como implantes —desde globos oculares u órganos hasta extremidades o cuerpos completos—, que le permiten tener acceso a cualidades que, de forma natural, no podrían conseguir (súper fuerza, armas escondidas o a simple vista incorporadas a sus cuerpos, enchufes, etc.).

Por otro lado, un cíborg no tiene necesariamente que poseer extensiones mecánicas robotizadas, pues basta con sus injertos electrónicos para tener apariencia robótica. Así, por ejemplo, en la novela Neuromante de William Gibson, los protagonistas poseen numerosos injertos que les permiten tener acceso rápido a Internet, enchufándose sofisticados cables de conexión al cráneo.

Los cíborg aparecieron en la literatura de ciencia ficción mucho antes de crearse el término. Ya en la década de 1930 aparecieron cuentos sobre ellos, de prestigiosos autores como C.L. Moore, Henry Kuttner y James Blish. Sin embargo, mucho antes que estos escritores, Neil R. Jones, Edgar Rice Burrougs (el mismo autor de Tarzan) y John W. Campbell, escribieron sobre estos hombres mecánicos. Un fragmento de Homo Plus de Frederik Pohl:

«El primer hombre al que transformaron en cíborg fue probablemente Willy Hartnett (...)
Al principio los cambios habían sido pequeños y temporales.
No se le había cambiado el corazón. Únicamente había sido suplido temporalmente por un impulsor de plástico suave que llevó durante una semana atado a la espalda.
Sus ojos tampoco habían sido tocados... por el momento. Sólo se les cerraron fuertemente con una especie de venda de goma, mientras practicaba una nueva habilidad para reconocer formas confusas del mundo que le eran reveladas a través de una cámara electrónica que zumbaba de manera estridente y que habían conectado, tras una operación quirúrgica, a su nervio óptico.
Uno a uno todos los sistemas que le convertían en un marciano fueron probados.
Cuando todos los componentes fueron probados, ajustados y se demostró que funcionaban satisfactoriamente, se le practicaron los primeros cambios permanentes.
No serían realmente permanentes. Esta era una promesa a la que Hartnett se aferraba (...). Todos los cambios podrían ser reversibles y lo serían. Una vez hubiera sido cumplida la misión y él estuviera sano y salvo de regreso, le quitarían toda la chatarra y le repondrían de nuevo los suaves tejidos humanos, de forma que recobraría su forma humana».


4- EL ANDROIDE

Éste es un robot con apariencia de ser humano, es decir, un humanoide mecánico. Un androide tiene configurada su estructura externa de tal modo que se asemeja a un hombre o una mujer, tanto por su aspecto físico como por su mente. Pueden poseer un sexo definido.

Existen dos tipos de androides. Primero están los que se asemejan a un ser humano, pero que a simple vista se diferencian de un homo sapiens debido a su apariencia artificial y metálica (claro que, en su construcción, muy bien se podría usar algún plástico durísimo e incluso alguna madera especialmente tratada). Por su parte, la mayoría de los robots que salen en las ficciones de Isaac Asimov, corresponden a este primer tipo, siendo casi todos los robots protagonistas de los cuentos que analizamos en el artículo anterior, de esta forma.

Segundo, existen los androides que —además de tener una apariencia antropomórfica— poseen tejidos, órganos, piel, pelos e incluso secreciones que simulan la de los seres orgánicos. En algunas obras de ciencia ficción, los androides están «envueltos» en material genético humano, gracias a cultivos de ADN, de modo que sólo en su interior se observan los elementos mecánicos y robóticos. Es lo que pasa, por ejemplo, con los androides llamados Unidad Cerebral Nexus 6 de la novela de Phillip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? —que inspiró a la famosa película Blade Runner, llamándoseles en el film «replicantes»—, en la que el único medio para distinguir a un humano de un androide es a través del minucioso análisis de las respuestas eléctricas de sus nervios ópticos. También tenemos a Stephen Byerley protagonista del cuento La Prueba de Asimov, quien es llamado por este autor como «Robot humanoide». Como vimos anteriormente, Stephen tiene apariencia humana (piel, pelo, carne, ojos reales), pero posee cerebro positrónico. De la novela Endymion de Dan Simmons:

«—Podrías modificar el color de tu piel. El cirujano automático de la nave puede hacerlo... —Callé de nuevo, viendo en su expresión algo que no entendía.
—Como sabes, M. Endimion, los androides no somos programados como máquinas, ni siquiera tenemos parámetros básicos y asimotivadores como las primeras IAs de ADN que evolucionaron hasta convertirse en las inteligencias del Núcleo, pero cuando diseñaron nuestro instinto nos impusieron ciertas inhibiciones. Una consiste en obedecer a los humanos cuando sea razonable e impedir que sufran daño. Este asimotivador es más antiguo que la robótica y la bioingeniería, según me han dicho. Pero otro instinto consiste en no modificar el color de mi piel.
—¿No eres capaz de ello? ¿No podrías hacerlo aunque nuestras vidas dependieran de que ocultases tu piel azul?
—Oh, sí. Soy una criatura dotada de libre albedrío. Podría hacerlo, sobre todo si la acción fuera coherente con asimotivadores de alta prioridad, tales como vuestra protección, pero mi elección me pondría... incómodo. Muy incómodo».


5- LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL (IA)

Una IA no es, necesariamente, un robot. Esto quiere decir que una inteligencia artificial no tiene por qué estar sujeta a las leyes de poseer un cuerpo como cualquier robot, sino que es más bien una conciencia surgida a través del desarrollo de una computadora que ha cobrado vida como ser pensante. Luego de esto, una IA puede hacer lo que desee, construyéndose uno o más cuerpos donde depositar su mente o sólo parte de ella. Algunas IAs que aparecen en las obras de ciencia ficción habitan en dimensiones ajenas a la física, o en realidades virtuales alojadas en Internet, teniendo acceso al mundo físico gracias a conexiones electrónicas y a los robots que manejan. También puede ser que una IA se proyecte a través de un holograma, para interactuar con los seres orgánicos, o exista meramente a través de una forma holográfica, tal como sucede con el «Doctor» virtual de la serie de televisión Viaje a las Estrellas: Voyager, quien piensa, siente y actúa al igual que un ser humano, con la distinción ya mencionada. Nuevamente Dan Simmons, pero ahora en Hyperion:

«Las IAs se habían liberado del control humano más de tres siglos atrás, antes de mis tiempos, y aunque continuaban sirviendo a la Hegemonía, como aliados, asesorando a la Entidad Suma, monitorizando la esfera de datos y usando sus aptitudes predictivas para evitarnos errores garrafales o desastres naturales, el TécnoNúcleo en general realizaba sus indescifrables y nada humanas actividades en privado.
Por norma general las IAs tratan con los humanos y las máquinas humanas por medio de una esfera de datos. Pueden crear un holo interactivo si lo necesitan».


6- EL CÍBRIDO

Concepto originalmente acuñado por el escritor Dan Simmons en su saga Hyperion, la cual comprende cuatro libros en total. Esta especie es en sí un robot totalmente orgánico, y su existencia está ligada a la de las IAs comentadas arriba.

Un cíbrido es un organismo consiente creado a partir de ADN humano en cuyo cerebro, también de tejido, alberga la conciencia de una IA, o al menos parte de ella. Es utilizado por las IAs como medio de locomoción y para interactuar con los humanos, así como para permitir a la IA experimentar lo humano en todas sus expresiones (sentimientos, pasiones, emociones...). Se podría decir que un cíbrido es algo así como una marioneta para una IA. Esta última especie puede ignorar que su «vida» está regida por los designios de una IA, siendo además parte de ella, pero también puede llegar a ser independiente de la misma. En la saga de Hyperion, los cíbridos que hay, son en realidad experimentos de las llamadas IAs del TecnoNúcleo para poder comprender más a la raza humana. Así un cíbrido es una copia, un clon de una figura humana histórica de la que, además de utilizarse su material genético para realizar el cíbrido, se ha imitado la personalidad usándose todos los registros que existiesen sobre esa figura (en las dos primeras novelas de esta saga, es del poeta romántico inglés, John Keats de quien se ha hecho un cíbrido).

«Johnny —su verdadero nombre era un código de dígitos, letras y series de cifras más largas que mi brazo— era un cíbrido.
Los cíbridos son otra cosa. Confeccionados con material genético humano, tienen una apariencia y una conducta externa mucho más humana de la que se concede a los androides. Los convenios entre el TecnoNúcleo y la Hegemonía permiten sólo la existencia de un puñado de cíbridos.
—Tengo un cíbrido..., se podría decir que soy un cíbrido, porque mi... función... es observar a los seres humanos y reaccionar ante ellos. En cierto sentido fui humano una vez.
—Bien, yo soy, o era, un proyecto de recuperación anterior y mucho más complicado. Mi personalidad núcleo se basaba en un poeta de Vieja Tierra anterior a la Hégira. Antiguo. Nació a fines del siglo dieciocho según el viejo calendario.
—¿Cómo cuernos reconstruyen una personalidad que se perdió en el tiempo?
—Por los escritos —respondió Johnny—. Cartas, diarios, biografías, críticas, testimonios de amigos, pero sobre todo mediante los poemas. El simulador recrea el entorno, inserta los factores conocidos y trabaja a partir de los productos creativos. Voila... un núcleo de personalidad (...).
—¿Entonces, qué? Construyen su personalidad a partir de un poeta muerto. ¿Qué hacen luego?
—Esto se transforma en el molde a partir del cual crece la IA. El cíbrido me permite desempeñar mi papel de la comunidad de plano de datos».

Originalmente publicado en El Cubil del Cíclope

No hay comentarios:

Publicar un comentario