El hombre de Júpiter

Por Iván Guevara

Autor: H.S. Thels (Enrique Sánchez Pascual)
Cubierta: Fersan
Colección: Espacio, el mundo futuro
Número: 107
Editorial: Toray - Año: 1958
Páginas: 128 - PVP original: 6 ptas.
 Valoración:*****

Sinopsis: Tuk es un joviano, miembro de la casta de los punios, el pueblo —la «clase obrera» de Júpiter—. Los punios viven bajo el dominio de los emios. Una lejana catástrofe, vagamente descripta, ha dejado mudos y sordos a los jovianos. Debido a esto, todos han desarrollado la capacidad de comunicarse telepáticamente. Los emios, además, poseen otros dos poderes: el de leer mentes ajenas y el de conocer los verdaderos sentimientos de sus poseedores. Gracias a estos atributos, se han constituido en la casta dominante.

Las muchachas casaderas son trasladadas a vivir a los Valles Azules, donde esperan ser entregadas en matrimonio. Los emios conciertan todos los matrimonios de Júpiter mediante una ceremonia pseudoreligiosa en la que le eligen novia a cada punio joven, haciéndole pagar una dote que, en ocasiones —dependiendo de la belleza de la muchacha—, puede consistir en todas sus posesiones. En realidad, los emios utilizan sus facultades para analizar los sentimientos de los punios y elegirles una mujer deseable, para que paguen gustosos la dote, verdadera fuente de las riquezas y el poder de la casta dominante. Los escasos punios que, en algún momento, se han resistido al domino emio, han desaparecido misteriosamente.

Tuk, por un recóndito mecanismo evolutivo que nunca se explica, tiene también las dos facultades mentales extraordinarias propias de los emios. Siempre las ha mantenido en secreto y, gracias a ellas, conoce la verdadera ansia de poder de los emios y se indigna con la manipulación de masas que estos están ejerciendo sobre su pueblo.

Tuk está enamorado de Onika, la más bella de todas las muchachas de los Valles Azules. Al descubrir que Lak, uno de los «capos» emios, también la pretende, se mete en la mente de ella para informarle que irá a rescatarla de su cautiverio... y así sus poderes son descubiertos. Lak logra dominar la mente de Tuk e —inexplicablemente—, en lugar de eliminarlo (en un diálogo que ocupa apenas media página del texto) decide enviarlo al exilio en una nave espacial que estaba dispuesta vaya a saber para qué menester.

La nave de Tuk aterriza en la Tierra, en el continente africano, y es descubierta por Ogano, un niño pastor de raza negra. Tuk se comunica telepáticamente con Ogano y —después de un episodio en que lo ayuda a recuperar su rebaño— el negrito y el joviano se hacen amigos.

Los jovianos son parecidos a los seres humanos pero miden veinte metros de altura. El padre de Ogano está en connivencia con un cazador blanco e inescrupuloso que captura bestias salvajes para venderlas a un circo (el cazador paga su ayuda con botellas de whisky). Cuando el cazador se entera de la existencia del hombre de veinte metros, ofrece cajas enteras de licor al padre de Ogano y a sus amigos para que lo ayuden a capturar al «monstruo», ya que podrá pedir una verdadera fortuna por él.

Y aquí la historia se empantana en un compendio de lugares comunes: blancos malos, negros buenos o ingenuos, un patrón de circo fracasado, un domador de fieras sanguinario, un «hombre mosca» que camina por las paredes, un hipnotizador romántico y una bella trapecista a quien todos ellos pretenden. Así comienza la cacería del hombre de Júpiter, con el hándicap que los jovianos respiran metano —el oxígeno es venenoso para ellos— y en la nave sólo había dos bombonas de metano...

Comentario: Es innegable que Sánchez Pascual fue un autor de gran oficio, pero en esta novela, construye una historia deslavazada y carente de toda estructura. El argumento cambia por completo antes de llegar al ecuador de su desarrollo y todas las motivaciones de El hombre de Júpiter —la liberación de su raza, la recuperación de su amada— se desdibujan entre una colección de miserias humanas previsibles y soporíferas.

No digo que la lectura de El hombre de Júpiter no sea entretenida en todo momento, pero el planteo con el que comienza la novela proponía un juego mucho más rico que el que el autor decidió darle.

Fue el primer bolsilibro de Toray que conseguí, en su momento. Por eso le tengo cariño y quería comentarlo aquí. 

Nota: El hombre de Júpiter fue reeditada en el número 117 de la colección Galaxia 2001 de Editorial Andina (año 1978). La ilustración de cubierta de esta reedición pertenece a Prieto Muriana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario